Necesidad de abordar la escasez de recursos y mejorar el clima de inversión para impulsar el desarrollo económico en México.
El Banco Mundial ha ajustado a la baja las expectativas de crecimiento económico para México en 2024, situándolas en un 2.3%, y ha emitido una alerta sobre la escasez de agua y energía.
Este ajuste representa una reducción desde el 2.6% estimado previamente en enero de este año. Las proyecciones para 2025 permanecen sin cambios, en un 2.1%, y se estima un crecimiento del 2% para 2026.
Durante una videoconferencia de prensa para presentar el informe titulado “Competencia: ¿el ingrediente que falta para crecer?”, William Maloney, economista jefe para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, destacó la falta de flujo de inversión hacia México debido al fenómeno del “nearshoring”, donde las empresas se relocalizan para estar cerca del mercado estadounidense. Esta falta de inversión se atribuye, entre otros factores, a la carencia de recursos como el agua y la energía.
Maloney señaló que a pesar de que México se consideraba un candidato principal para esta relocalización, no se ha visto un aumento significativo en la inversión extranjera ni en la creación de nuevas fábricas. Destacó la necesidad de abordar problemas como la escasez de energía en el norte del país y la falta de guía para los inversionistas extranjeros dentro del sistema mexicano.
En comparación, mencionó el caso de Costa Rica, donde se han realizado inversiones en sectores como dispositivos médicos y fabricación de chips, lo cual ha tenido un impacto positivo en el crecimiento económico. En este sentido, subrayó la importancia de hacer a México más atractivo como destino de inversión.
Para América Latina y el Caribe, el Banco Mundial pronostica un crecimiento del producto interno bruto (PIB) del 1.6% en 2024, seguido de un crecimiento del 2.7% y 2.6% para 2025 y 2026 respectivamente. Sin embargo, estas tasas se consideran insuficientes para impulsar la prosperidad en la región, debido a problemas como bajos niveles de inversión y consumo interno, altas tasas de interés, déficits fiscales elevados y la incertidumbre en las perspectivas de socios comerciales clave.